A Rita Paucara, por humilde, mujer y aimara, la alcaldía paceña le demolió su hogar

A Rita Paucara Pacajes le demolieron este martes su precaria vivienda. El alcalde Iván Arias lo ordenó.

Cuadrillas municipales llegaron a su hogar al despuntar el alba, en el barrio Rosales, de alto Achumani, con maquinaria, pico y pala, mientras preparaba la comida que vende al mediodía a obreros y transportistas para alimentar a dos hijas adolescentes, una universitaria y a su anciana madre.

Sus dos perros defendieron el hogar, pero los molieron a palos. La joven universitaria fue detenida por golpear a un fornido guardia municipal, enfundado en uniforme azul y casco negro y gafas oscuras.

Las niñas lloraban amargamente, protegiendo un gato bebé, blanco como la nieve, cuando Rita Paucara mostraba los papeles de su propiedad, que de a poco era reducida a escombros.

Ella compró su propiedad, un terreno empinado e irregular, tres lustros atrás con los tristes ahorros de su sacrificado oficio.

Se la vendió Nelson Orozco, ya fallecido.

 Orozco compró más de 5.000 metros cuadrados de un fundo denominado ex hacienda Achumani a una familia de campesinos en la década de los noventa.

Esa familia campesina recibió del Estado en 1957, con títulos y papeles de propiedad en regla, en el marco de la reforma agraria de 1952, 10.000 metros cuadrados.

Nelson Orozco parceló su propiedad y la vendió en lotes. Una de las comparadoras fue Rita Paucara Pacajes.

Ella, aimara y humilde, sin estudios escolares, demostró su mejor derecho propietario a la alcaldía municipal de la zona sur.

“Me ha recibido la semana pasada el subalcalde. He ido con mi hijita y él estaba con dos abogados y dos ingenieros. Me ha dicho cosas que no entiendo. He llorado y de rodillas le he pedido que no toque mi casa.¿Dónde me voy a ir?, le he preguntado. Y el subalcalde me ha dicho, hija, te vamos a demoler nomás”, relató la afligida mujer a la ABI.

En la demolición de este martes, la Defensoría de la Niñez y la Policía Forestal y de Protección al Medio Ambiente estuvieron presentes sólo para ver el dolor de una familia.

Aguerridos vecinos salieron en su defensa, pero la fuerza pública y municipal los contuvieron en amagues de pugilato y amenazas de detención.

La guardia municipal, en una acción de pillaje, tomó de la vivienda al menos 300 ladrillos nuevos y los cargó en una volqueta oficial de la comuna.

Un funcionario municipal, con aires de suficiencia, le dijo a la humilde Rita que la llevarían a un albergue transitorio: “Ándate a la mierda”, le respondió ella con enorme dignidad, mientras un policía arrastraba a su hija mayor a una patrulla.

“Qué te importa si hoy duermo en la calle”.

ABI